Soy medico especialista, dedicado a la medicina privada de forma exclusiva por azares del destino y situaciones personales, entrenado como la gran mayoría en un hospital institucional en México y creo firmemente que la sociedad merece saber lo que se gesta entre bastidores en la lucha diaria entre enfermos, enfermedad, médicos y el sistema de salud mismo, siendo todos nosotros eslabones de una misma cadena que difícilmente se comprende y si así fuera la relación medico paciente y la medicina como tal en nuestro país mejoraría enormemente.
La noción general del publico usuario y no usuario de los sistemas de salud institucionales ha sido gravemente dañada por los años y corroída por ambos bandos debido al desgaste de un engranaje con poco mantenimiento… por un lado la poca tolerancia social y por otro el cansancio y la fatiga de los prestadores de servicios de salud y en ambos bandos un abismo de dificultades que debemos afrontar. El paciente débil, cansado, con recurso limitado en todos los aspectos sufriendo los embates psicológicos, familiares y sociales se ve expuesto a un torbellino de emociones que es difícilmente controlable, el personal medico por el otro expuesto a una rutina sin fin que debería cimentar en amor al prójimo y si bien impreso en su vocación se ve progresivamente diezmado ante la falta de agradecimiento, la saturación del servicio, la carga laboral que va quemando día a día sin darnos cuenta del desgaste hasta que este produjo un efecto sustancial acumulado y sobre todo teniendo que afrontar la carencia interna de todo lo necesario para poder realizar el arte del servir de la mejor forma posible, sumando el crecimiento algorítmico poblacional que lo único que hace es empeorar la situación y a la mitad de todo ello, una cámara, un reportaje y una fotografía que lo único que hace es dejar constancia de como nos enfrentamos unos a otros creando corrosión que no hace sino empeorar las cosas a cada día que pasa y el único que pagara el precio siempre será el usuario.

La medicina institucional no es fácil, imaginemos por un momento un vehículo en movimiento continuo que trabaja arduamente en las peores condiciones climatológicas posibles, sin descanso ni tregua momentánea y al cual jamás se le detiene para darle mantenimiento, ni contemplar por un momento si requiere algo para seguir avanzando y aún así… camina. Y los usuarios subimos y bajamos de él en masa y a tropel sin siquiera pensar en ello a sabiendas que es nuestro y para beneficio propio y de nuestra gran nación; es un bien que tenemos que cuidar y atesorar junto con todo lo que ello conlleva.
Si bien el mantenimiento de este vehículo no le compete al usuario tampoco así le compete al chofer tener las refacciones para su mantenimiento ni las herramientas para su mejora y usualmente ambos, transitando el mismo camino son los que siempre terminan encontrando pretexto para ofender a la contraparte en cada brinco, tropiezo o bache en el camino, como si eso fuera a allanar la situación sin darnos cuenta que solo nos agriamos el trayecto.
Si ahora bien, hacemos un examen de humildad social y miramos un poco atrás nos daremos cuenta que por cada situación difícil, cada nota roja o cada comentario que desacredita a la institución existen cientos de historias no contadas de amor al prójimo, noches de vela trabajadas, maquinas y aparatos con su incesante «beep» que mantienen la vida de una persona, medicamentos que de no ser de esa forma en muchos casos serian inalcanzables, academia y docencia que forman a nuevas generaciones gracias a tantos padecimientos ajenos y aún más «gracias» de los que podemos contar en una sola vida humana.

La solución definitiva a la problemática social no la poseen ni los usuarios de los sistemas de salud ni todas las personas que laboran dentro, pero lo que si tenemos somos unos a otros y nuestro compromiso mutuo de salir adelante. La cosa es muy sencilla… a ti personal de los servicios de salud independientemente del puesto y situación laboral invitarte a refrendar la vocación diaria con amor y paciencia, soportando la carga laboral y el exceso en ella pensando que todo esto será solo para engrandecerte enormemente en tu interior, agradecer el pan de cada día que sale de dicha labor y disfrutar el tiempo que inviertes en aquellos que llamamos «prójimo». Y a ti usuario de los sistemas de salud ser un verdadero «paciente», teniendo en mente que somos muchos y todos merecemos tiempo y atención de calidad, soportando la dura carga de tu enfermedad con amor y paciencia, siendo empático a otros que también sufren situaciones amargas y las ofrecen con esperanza, generando empatía y tolerancia con las personas que ofrecen el servicio y promoviendo una verdadera cultura de la «relación medico – paciente» como aquella que antes teníamos con nuestro medico del pueblo, agradeciendo a médicos, enfermeras, camilleros, personal de limpieza y mantenimiento y todos aquellos que se mueven detrás del telón para que el vehículo institucional no se detenga y siga en marcha un simple «gracias» que jamás dejara de ser la gasolina que nos alimenta como sociedad con aciertos y virtudes y porque no, con fallas y desperfectos que entre todos iremos arreglando en el camino.
Si hacemos que esto funcione tendremos un sistema perfectamente engrasado que no dejará de girar en torno a las necesidades que tenemos los unos y los otros y a la postre un mundo mejor!!!
Dr. Leonardo R. Robles Sainz / Urólogo
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